jueves, 10 de noviembre de 2011

Más allá de tu invierno.

Aquí te sigo esperando.

Tomaré el 117, y después el 4… tengo que hacer transbordo, el aeropuerto está lejos para ir en un solo colectivo.

Tomaría cien colectivos si supiera que en la última parada tú estarías ahí, buscándome con la mirada, como siempre haces si me ausento... Como siempre hago yo en Buenos Aires aun sabiendo que no te voy a encontrar…

Me resguardo en las pocas cosas que no ocupan constantemente mi pensamiento. Porque de ser así ya habría enloquecido.

Me quedan los libros, la/s fotografía/s… la inspiración… camas vacías (que ya llenarás)…

Me queda salir afuera y tumbarme a observar la luna. Estoy haciendo un trato con ella, aunque aún no sé qué ofrecerle a cambio de que se muestre siempre llena para nosotros. La marea subiría cada día en nuestro país de Nunca Jamás… Igual nos ahogaríamos antes en un beso… Y qué muerte tan dulce sería.

Dejando atrás las noches invasoras y terribles, dejando atrás la pena… Quedándome con los árboles, la música, tus manos de luthier…

Yo te estoy esperando. Y te seguiré esperando.

“Que no puede cansarse de esperar, aquél que no se cansa de mirarte”.

M.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Es así.

Puede hacer que llueva, y parar una tormenta. Puede derretir los glaciares más grandes del mundo posando nada más la yema de sus dedos.
En un suspiro concentra todo el aire de poniente, y si decide abrir la boca se derrite el mar blanco de El Ejido.
Cuando camina bombea la tierra, y los volcanes entran en erupción.
No le digas que no es suyo el mundo porque se lo come de un bocado.

Cuando está bajo las sábanas confundo texturas, y si está conmigo... las paredes presencian un "no apto para adultos".