domingo, 27 de octubre de 2013

Crítica de la película Léolo. (No contiene spoilers)

Léolo es una película franco-canadiense de 1992, la última película dirigida por el realizador quebequés Jean-Claude Lauzon, quien falleció en un accidente de aviación en 1997.
El cine, al igual que la pintura o los escritos, es arte y es comunicación, por tanto debemos interpretarlo y descubrir qué nos quiere transmitir, o qué vemos nosotros reflejado en él.

Crítica:
Léolo es una obra de arte a medias, es grotesca a los ojos aunque grandiosa para los oídos. Y digo grotesca porque muchas escenas son ridículas y de muy mal gusto, incluso repugnantes. Es una película que impacta en muchas ocasiones y puede resultar desagradable. Digamos que no va dirigida a todo tipo de público. La realidad en la que vive Léolo es desesperanzada, y la pizca de locura en la que se va adentrando se salva sólo por los escritos que plasma día a día, por sus ilusiones y su gran imaginación, “porque sueño, yo no lo estoy”.

La narración de su voz en off es magnífica, pura literatura que llega a través de los oídos y te llena de sensaciones todo el cuerpo. Cada descripción, cada frase del narrador es única.
Léolo hizo que me sintiera viva por el hecho de que sigo soñando, sigo despertando cada día con una inquietud y mil dudas que resolver. Porque mi vida no es tan desastrosa, ni vivo rodeada de ratas o heces. Hay muchas cosas en la vida que merecen ser vividas, vistas, tocadas, saboreadas, escuchadas y olidas. Hay mil sensaciones que están esperando que les llegue su momento. Y esperan a todo el mundo por igual, en una realidad u otra.

La vida no es bella, pero no debemos dejar que lo negativo engulla a lo positivo. Las personas hacemos que sea bella porque la felicidad sólo es real cuando se comparte. Y no hablo de compartirla con un libro en blanco, o veinte acordes, hablo de compartirla con otro ser que también pueda sentir como tú. Bianca hacía que la vida de Léolo fuera un poco menos horrible. Su hermano culturista hacía que los miedos de Léolo hacia los demás desaparecieran, aunque a él le consumieran detrás de cada músculo. Su madre le abrazaba entre sus senos grasos y sudorosos para que estuviera a salvo y protegido. 
Cada persona busca la felicidad de diferente manera. A Léo le parecía imposible que sólo tres palabras bastasen para decir “Bianca, amor mío”, con lo rápido que trabajan su mente y su cuerpo cuando pensaba en ella, con lo amplio que era el lugar que Bianca ocupaba en él, y sólo tres palabras le bastaban.

La película Léolo es un cuento en forma de sueño, grabado con mucho mimo y detalle que refleja en cada toma los propios sueños y miedos de Jean-Claude Lauzon (director) con un granulado en tonos cálidos y fríos y una banda sonora que huelen a nostalgia.

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