La
Chaqueta Metálica está obviamente dividida en dos partes muy
diferenciadas una de la otra, aunque íntimamente ligadas. Los primeros 45
minutos transcurren en el interior de una base militar, concretamente en la
isla de Parris, en Carolina del Sur en los últimos meses del año 1967, mientras
que el resto de la película tiene lugar en la base de los Marines en Da Nang y
también en la cercana ciudad de Hue a finales de Enero de 1968.
La primera parte es
prácticamente perfecta, mejor que la segunda a mi parecer. Tiene imágenes muy
ásperas e incómodas, y otras muy graciosas. Me he reído en muchas ocasiones porque
me imaginaba allí con ellos dentro de esa base militar, observándolos sin que
ellos me vieran a mí. Por ejemplo en la escena de “aquí mi fusil, aquí mi pistola. Uno da tiros,
la otra consuela”, mientras caminaban agarrándose el pene. Es
simplemente perfecta.
También me he emocionado,
aunque no tanto como esperaba. La escena en la que todos rezan en la cama con
su fusil antes de dormir me transmitió mucho. Los dobladores al español hicieron
un gran trabajo, y en esa escena las voces mientras rezan a las armas son muy serias
y sentimentales. Realmente sin ellos su fusil no sirve, y sin su fusil ellos
morirán.
Me ha impresionado también
bastante el sargento Hartman. He visto algunas películas basadas en combates y
períodos de instrucción, pero lo de Hartman es un caso aparte. Es el límite de
la dureza, recurre todo el tiempo al ataque verbal, psicológico o físico para
tratar de endurecer a los reclutas. Hartman propone un adiestramiento inhumano para
formar máquinas de matar en la guerra. Allí no están permitidas la debilidad,
ni tampoco la duda, porque pueden ser hombres muertos en el campo de batalla.
Si ha de morir alguien tiene que ser el enemigo. Y no todos pueden resistirlo. La
mente del Recluta Patoso termina trastornándose bastante, pierde la cordura y
el sentido de la realidad tras una sucesión de humillaciones y termina llamando
la atención de Hartman para matarlo.
Otros, como “Bufón”, son
capaces de adaptar su sensibilidad a este ambiente, recurriendo al cinismo para
sobrevivir. Pero los códigos cuartelarios van introduciéndose poco a poco en su
conducta, y así acaba por aceptar la ética brutal de Hartman, participando en el castigo
nocturno del “Recluta Patoso” ya que sus errores afectaron al resto de
compañeros. Al final se gradúan tanto los patosos como los bufones. Y comienza
la segunda parte de la película.
En esta segunda parte me
costó prestar total atención, aunque los méritos de esta película son muchos,
pero tiene un ritmo impactante que de repente me lo da todo y al segundo me lo
quita. Me pareció curioso también cómo manipulan siempre la información durante
la guerra para que en América se vean las cosas de otra manera.
Creo que es una obra clave
de las últimas décadas por muchas razones: su temática, la excelente fotografía,
los diálogos tan increíbles e impactantes con ese vocabulario obsceno, los
diferentes personajes, y la banda sonora. ¡Pedazo de banda sonora! Si todo eso
lo colocas en el contexto de una base militar liderada por Hartman, y más
adelante en una desoladora guerra marcada por el compañerismo y las ganas de
salir vivo de allí para poder mantener relaciones sexuales con alguna mujer,
pues te queda una obra maestra del género bélico y del cine en general de las
últimas décadas.
Kubrick es uno de los pocos
realizadores de cine que pueda abordar temáticas tan diferentes con tanto
talento. En este caso y como he dicho antes, La Chaqueta Metálica está dividida
en dos partes diferentes relacionadas por un mismo tema. Kubrick centró
nuestra atención y la parte fuerte de la película en el entrenamiento de los
reclutas y no en el combate como estamos acostumbrados a ver en el cine. Es una
película de guerra diferente. No tiene grandes efectos especiales, y se
agradece. La pizca de periodismo militar que aparece en la película también se
agradece, y la banda sonora es fantástica.
Como anécdota, habría
que señalar que los distribuidores españoles no vieron con demasiados buenos
ojos – o tal vez habría que decir que no escucharon con muy buenos oídos – la
crudeza de los diálogos, e intentaron limar asperezas, pero el propio Kubrick,
que supervisaba personalmente los doblajes de todas sus películas a las principales
lenguas, se negó rotundamente a que éstos fueran retocados, amenazando incluso
con impedir el estreno del film en España, algo que afortunadamente no se
produjo ya que el doblaje al castellano se realizó con bastante fidelidad al
original.
Marina Fernández Lores.
Muy buena crítica de una gran película, es un clásico del cine. feliciades Marina!
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